El estudio de sonido DOKI DOKI está lanzando su identidad al mundo, y lo hace inspirándose en los sonidos vibrantes de los videojuegos. Basado en Quebec, este estudio se especializa en crear música original y diseño de sonido para los juegos, y ha creado una identidad visual que refleja esta pasión por el sonido.
En el universo de los videojuegos, el sonido es como el jugador silencioso, siempre presente pero rara vez reconocido. Mientras que los personajes, la trama y la jugabilidad roban el espectáculo, el diseño de sonido es lo que da vida a estos mundos virtuales, añadiendo profundidad y emoción.
Desde el icónico sonido waka waka de Pac-Man en su búsqueda frenética de frutas, hasta la melodía que suena cuando Mario obtiene una estrella de poder, los videojuegos están llenos de una rica historia sonora que espera ser explorada. Y eso es precisamente lo que No Fixed Address ha capturado para el nuevo estudio de audio DOKI DOKI.
Bajo la dirección de Michel Labrecque, presidente y fundador, DOKI DOKI se enorgullece de “ver el sonido desde una perspectiva diferente”. Especializado en crear música y diseño de sonido para videojuegos, el nombre del estudio proviene de la onomatopeya japonesa que describe la emoción de un corazón que late rápidamente. Esta identidad vibrante se presenta a través de imágenes, animaciones y juegos de palabras.
Pero comunicar la importancia del sonido de manera visual no es una tarea fácil. Por eso, Michel se asoció con No Fixed Address para dar vida a su visión. Al profundizar en lo que hace único a este estudio, los equipos de estrategia de la agencia se sumergieron en conversaciones íntimas sobre la pasión de Michel por el proyecto, lo que resultó en una colaboración estrecha y personalizada.
Para Stuart Macmillan, director creativo ejecutivo de No Fixed Address, el concepto de ideofonos y onomatopeyas fue la clave para dar forma a la identidad. “Al investigar la historia de la industria de los videojuegos japonesa, nos encontramos con la frase DOKI DOKI (usada para describir el sonido de un corazón latiendo rápido), y fue amor a primera vista”, explica.
A partir de ahí, No Fixed Address transformó estas onomatopeyas de videojuegos en gráficos. El sonido waka waka se convirtió en el contorno de un gran Pac-Man, comunicando cómo el movimiento y el sonido del personaje están entrelazados.
Por otro lado, el nombre DOKI DOKI se presenta verticalmente, adoptando la forma de dos personajes humanoides. Estos elementos no solo simbolizan a los jugadores inmersos en el diseño de sonido de los videojuegos, sino que también reflejan el espíritu colaborativo que impulsa la marca.
Jean-Philippe Dugal, director creativo y diseñador en No Fixed Address, comenta: “Michel quería expresar la importancia de la colaboración creativa en cada proyecto, y eso es lo que hemos capturado en la identidad de DOKI DOKI. No se trata solo de crear música y sonido, sino de construir universos de audio únicos en colaboración con clientes, artistas y tecnólogos”.
Respecto a la paleta de colores rojo y negro, que recuerda los tonos de la pantalla de Virtual Boy, Jean-Philippe revela que fue una elección deliberada. “Analizamos los códigos de color de la industria de los videojuegos y refinamos la paleta para asegurarnos de que DOKI DOKI se destaque sin perder credibilidad”, explica.
“Los colores específicos, como el Rojo Brillante, fueron seleccionados para destacar en impresiones, en línea y en redes sociales, mientras mantenían la esencia de la marca”.
Para resaltar la autenticidad de la marca, el equipo creativo se sumergió en la historia sonora de los videojuegos. “Todos somos jugadores en cierto sentido, por lo que nos aseguramos de ser auténticos sin ser demasiado especializados”, dice Stuart.
“Los juegos arcade fundacionales de los años 70 y 80 aún resuenan en la industria hoy en día, y queríamos capturar esa esencia en la identidad de DOKI DOKI”.
Al utilizar imágenes icónicas de juegos como Pac-Man, Pong y Galaga, No Fixed Address permite que el público comprenda intuitivamente la importancia del sonido en los videojuegos, sin infringir los derechos de autor.
“Estos juegos son tan icónicos que solo necesitábamos insinuar las imágenes para que todos escucharan instantáneamente los sonidos en su imaginación”, concluye Jean-Philippe.